miércoles, 26 de marzo de 2014

ANÁLISIS DEL ENFOQUE DE POZO: DE LA ASOCIACIÓN A LA CONSTRUCCIÓN


Ma. Belina del Socorro Pedraza Contreras

Desde los griegos surge la inquietud de conocer cuál es el origen y cómo se adquiere el conocimiento. Pozo (2000) retoma tres enfoques: el racionalismo, el empirismo y el constructivismo, aunque las dos últimas dieron lugar a verdaderas teorías psicológicas del aprendizaje, sin embargo retoma al racionalismo para hacer un sustento histórico de cómo esta teoría niega relevancia al aprendizaje al considerar que solo son las ideas puras y no la experiencia  las que aportan el conocimiento del sujeto. Aunque esta teoría vuelve a tomar relevancia para autores como Chomsky (1980), Fodor (1979), Mehler y Dupoux (1990), Carey Y Gelman( 1991) al asegurar que los sujetos nacen ya con los conocimientos por lo que nuestra conducta desarrolla un programa genético.

A diferencia del racionalismo el empirismo considera la experiencia como criterio o norma de verdad en el conocimiento, esta experiencia nos permite tener un criterio para conocer las cosas, niega que la verdad absoluta sea accesible al hombre ya que esta debe ser puesta a prueba, para que a través de la experiencia pueda ser modificada. El origen del conocimiento está en la experiencia sensorial, que nos permite formar ideas a partir de la asociación de imágenes percibidas por los sentidos, y aunque al nacer somos una tabula rasa según esta teoría, podemos aprender mediante las leyes de asociación: contigüidad (lo que sucede junto), similitud (lo semejante tiende a asociarse) y el contraste (lo diferente también se asocia).  La concepción del aprendizaje como un proceso asociativo ha sido retomada por la psicología científica basándose en la teoría de la copia  (Leahy y Harris 1985). Según la cual el conocimiento aprendido es una copia de la estructura real del mundo, la huella que las sensaciones dejan en la tabla rasa. En términos recientes diríamos que es un aprendizaje basado en la extracción de regularidades en el entorno, aprendiendo qué cosas tienden a ocurrir juntas y qué consecuencias suelen seguir a nuestras conductas. Lo que suele entenderse como asociacionismo conductual, en el que se asocian los estímulos y respuestas siendo los mecanismos asociativos: la contigüidad, la repetición, la contingencia, etc.  Aunque el conductismo ha sido desplazado por la psicología cognitiva sigue siendo una guía para explicar el aprendizaje humano.

Hay dos principios que según autores como Pozo (1989), Bolles (19759, Roitblat (1987) constituyen la médula de las teorías del aprendizaje por asociación. El principio de correspondencia el cual asume que todo lo que hacemos y conocemos es un fiel reflejo de la estructura del ambiente, por lo tanto la instrucción se basará en presentar de mejor manera la realidad, para que sea copiada o producida por el aprendiz.  Aunque según la tecnología de la enseñanza propuesta por Skinner (1968) una buena sucesión de objetivos y tareas apoyadas con ciertas técnicas de aprendizaje y acompañadas de refuerzos conducirá a un aprendizaje eficaz. El otro principio es el de equipotencialidad   propone que  los procesos de aprendizaje son los mismos en todas las tareas, en todas las personas y en todas las especies. Aunque no siempre se aplique igual en todas las tareas. Lo que de acuerdo a los ideales del positivismo lógico, compartidos por el conductismo, todo el aprendizaje animal y humano, podía reducirse a unas pocas leyes objetivas y universales

Ahora bien para el constructivismo el conocimiento es una interacción entre la nueva información y la que ya se tiene, y aprender es construir modelos para interpretar la información que recibimos. Esta teoría tiene su origen filosófico en la teoría del conocimiento de Kant (XVIII) y más en sus conceptos previos a que constituirían categorías (tiempo, espacio, causalidad, etc.) que imponemos a la realidad en lugar de extraerlas de ella. El constructivismo se acerca a las posiciones empiristas al afirmar que se aprende de la experiencia, pero se aleja de ellas al defender que ese aprendizaje es siempre una construcción y no una repica de la realidad.

Hay dos procesos de construcción del conocimiento aunque implican teorías de aprendizaje distintas. Se menciona que hay  construcción del conocimiento cuando lo que se aprende se debe no solo a la nueva información presentada, sino también a los conocimientos previos de los aprendices, lo que se conoce como "versión estática del conocimiento" ya que la nueva información se asimila a las estructuras de conocimientos ya existentes, claro que este será distinto para cada persona según sus intereses, motivaciones y conocimientos previos. A pesar de ser el más difundido en el ámbito educativo no permite generar una verdadera teoría del aprendizaje porque no manifiesta cómo cambian esos conocimientos anteriores como consecuencia de asimilar nueva información.

El otro proceso es la "construcción dinámica" donde hay una reestructuración de los conocimientos anteriores más que una sustitución de estos. En este transcurso a  diferencia de las posiciones racionalistas: hay verdadero aprendizaje y a diferencia de las posiciones asociacionistas no se solo trata de un cambio cuantitativo sino cualitativo, ya que no solo se trata de reproducir respuestas, sino de crear nuevas solucione.

Pozo menciona que a lo largo de los siglos se han generado diferentes versiones y enfoques para explicar el aprendizaje, incluso se ha tratado de reducir todo el saber a unos principios únicos y generales. Y el constructivismo no es ajeno al pretender reducir el aprendizaje humano solo como proceso de construcción, incluso alude que para Piaget (1970) el aprendizaje asociativo no influye en el cambio de las estructuras internas. Por lo que afirma que el aprendizaje es tan complejo que integra diversos procesos que pueden variar según se requiera y pueden ser desde la asociación hasta la reestructuración.

 

BIBLIOGRAFÍA

Pozo Municio, J.I. (2000). APRENDICES Y MAESTROS. LA NUEVA CULTURA DEL APRENDIZAJE. Madrid: Alianza


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